Y parece que te hundes pero sales siempre a flote. Sobreviviste a las decepciones, a los cambios, a las pérdidas y a los intentos. Has sobrevivido a los "siempre", a los "te quiero", a todas las mentiras que te han dicho a lo largo de tu vida, a las frases sin acabar e incluso a los puntos finales. Has sobrevivido a las palabras vacías y a las expectativas no cumplidas, a las esperanzas desvanecidas y a los días grises con el cielo despejado. Sobreviviste a su supervivencia, a cuando te dejó sola, a cuando le pediste que te dejara sola y a haberle visto la cara a quien apagó la luz a tu sonrisa de 83 años. Has sobrevivido a los celos, a la envidia, al orgullo, al desprecio, a la rabia, al coraje y a la inconformidad con el mundo que te sigue acompañando. Estás sobreviviendo a una crisis económica, y lo que es mucho más duro: Una crisis de valores. Estás sobreviviendo a la muerte de los poetas y los grandes escritores, a la falsedad poca vergüenza y arrogancia de quienes hablan en nuestro nombre y a la carencia de personalidad y cojones. A la falta de sensibilidad, la avaricia y la generación choni. Estás sobreviviendo al miedo de no hacer lo correcto, de cambiar y de no hacerlo, al reto de avanzar sobre lo desconocido y de decidir sobre tu futuro y estar convencida de hacerlo bien, estás sobreviviendo a las miradas del mundo. ¿Sabéis? La vida se ríe de nosotros cuando luchamos por sobrevivir y nos cuesta sangre sudor y lágrimas pasar página por cualquier cosa. Al fin y al cabo, lo único imposible de sobrevivir y a lo cual sobrevives es la misma cosa: La vida. ¿No es irónico?
¡¡Felicidades a Laura de Pamplona!!
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