martes, abril 13, 2010


¿Alguna vez te has planteado lo felices que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo? Si el miedo desapareciera, y la falsedad, y la mentira, y la arrogancia, y los cambios de opiniones repentinos, y si el amor fuera inacabable, y las personas estuvieran predestinadas unas a otras y nada ni nadie pudiera modificar el curso de las cosas, si un beso fuera siempre más que eso, y si las miradas en silencio fueran siempre la mejor de las conversaciones. Si todo fuera distinto seríamos tan sumamente felices. Si las personas fueran valoradas por lo que son, no por lo que tienen ni por lo que son consideradas para el resto del mundo, si existieran las segundas partes, si el perdón fuera siempre sincero y dicho con el más puro de los sentimientos, si algún día el ser humano desarrollara la capacidad de olvidar completamente, sin rencores, y si la verdad a medias fuera siempre para bien ajeno y no propio. Si en el mundo no hubieran malas personas, ni odio, ni palabras y echos creados para hacer daño, si no existieran las lágrimas, ni las pesadillas convertidas en realidad, si el desamor no fuera más que canciones tristes, y si en el colegio en lugar de matemáticas se enseñaran cosas más útiles como el valor de las sonrisas, y teorías como saber que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, y sobretodo aprender a ponerlas en práctica, el mundo sería un lugar adecuado para vivir. Ahí podríamos llegar a ser felices, o al menos algo parecido

Martes, 13 de Abril del 2010


Creo que nunca ha sido complicado hacerme feliz. Si me conoces bien, sabrás que soy patéticamente sencilla y previsible. No necesito flores, ni dedicatorias de canciones en la radio, ni aviones que escriban en el cielo. No pido milagros, porque nunca he visto ninguno. Las sorpresas, cuanto más pequeñas, más bonitas me resultan. Y me vale todo, siempre que sea hecho con amor. Todos los detalles son buenos... Abrazos, sonrisas, besos de esquimal, notitas escritas en una servilleta, una visita inesperada, un regalo personal, una foto de tu infancia, un mensaje de madrugada, palabras simples pero sinceras... Creo que nada demasiado costoso si se hace por iniciativa propia y con sentimiento. Eso sí, necesito que todo ello sea incondicional. Solos o rodeados de gente. Aquí y allí. Ayer y hoy. Y tener la certeza de que si mañana estamos en el fin del mundo con Miss Universo o con el diablo personificado, seguirá siendo así. Esa es mi forma de querer y, por lo tanto, es la única forma de sentirme querida.


Deshacerme de mi inseguridad y de mis miedos cinco minutos, y gritar. Gritarte como me siento, como adoro todo lo que vivimos, como me gusta despertarme y ver que sigues ahí, como aprecio todo lo que haces por mi y sobretodo, cuánto puedo llegar a quererte. Voy a echar de menos las vidas que nunca tuvimos, y me dolerá cada minuto que piense en ti, pero no podrá conmigo. Además, los cuentos de hadas no siempre tiene finales felices, ¿Cierto? Después de todo, yo seré tu mejor amiga y tú serás mi amor imposible. Pensé que el amor también traía la eterna garantía, un par de manuales y un seguro que cubría los daños del corazón. Y por primera vez noté que me fallaban los pies porque no tenian fuerza para levantarse y seguir de pie. Pero en fin, como yo siempre digo, las cosas claras, la vida oscura, y los besos sabios.