domingo, diciembre 04, 2011

Y mi mano le correspondió debajo de su falda















































El mundo no es un lugar amable, la gente no recibe lo que merece, ha de ganárselo y luchar por ello, y aún así hay veces que sigue sin ser suficiente. La gente miente y si tiene que pasar por encima de ti para conseguir lo que quiere lo hará una y mil veces, es un lugar magnífico, tan cínico que es para llorar. Te cuentan medias verdades, dicen que estamos aquí para ser felices y te omiten cómo darte cuenta y cómo conseguirlo. Por más que tu des, nadie va a regalarte nada. La gente es egoísta, no entiende que dar solamente aquello que sobra no es compartir.  Lo único que acaba quedándote son recuerdos. Y por mal que lo hayas pasado, créeme, solo te acordarás de lo bueno. A la gente le da igual lo que les pase a los demás mientras ellos estén bien. Y esa es la opción fácil. Lo jodido, lo difícil, es intentar cambiar un poco el mundo sin que el mundo cambie ni un poquito de ti. Lo grande es conseguirlo. Y ver que hay momentos por los que vale la pena soportar callar cuando las cosas van mal, porque así cuando grites y llores, será de alegría.

martes, agosto 30, 2011

Martes, 30 de Agosto del 2011

















Mi madre siempre dice que llegas a una edad con la que te ves con todo el poder de cambiar las cosas, de romper rutinas, de hacer océanos de arena rompiendo todos los relojes que te vas encontrando, de hacer de tu vida algo que recordar. Y es totalmente cierto. Prometes estudiar dos carreras, te juras a ti misma que no serás una más, que van a recordar tu nombre. Al fín y al cabo, lo único que te sobra es tiempo e ilusión. Las promesas sólo dan credibilidad a algo que algún día se te olvidará. Más tarde aprendes que crecer es aprender a decir adiós a tiempo, y ni si quiera los sueños se libran de eso. Prefieres perder que intentarlo, ya que como mamá dice: "No se puede dedicar el alma a acumular intentos". A los 20 te arrepientes, debiste arriesgarte cuándo aún no tenías nada irrecuperable que perder. Luego llegas a los 30, y la decepción se acomoda en tu vida por un tiempo. Te miras al espejo, recuerdas esa canción.. Te das cuenta de que ya no eres "young", ni "wild", ni "free". Y es que tal vez madurar es eso: La capacidad de ir resignándote a hacer todo aquello que nunca quisiste, por un bien mayor. Y llegar a los 40 y preguntarse porqué terminaste haciendo lo que todos hacen si se supone que siempre te sentiste diferente. Yo aún estoy en los 15,  pero desde bien pequeña me acompaña la puta mala suerte de ser realista en exceso, yo nunca me he tragado ese cuento de que un hombre gordo vestido de rojo y volando en reno me trae regalos cada 25 de Diciembre. Aunque quizás no es tan mala suerte, sé bien como funcionan las cosas. Y a pesar de tener claro todo lo que va a pasar, todas las cosas que voy a perder y lo mucho que voy a sufrir, como todo el mundo, no me cabe duda de que lo más preciado que puede tener un adolescente, es la vida. Estoy segura de que muchos pagarían por volver a tener la perspectiva de una vida desde los quince, apuesto a que debe ser algo incluso mágico. Tantas incógnitas, tanto tiempo por delante, tanto por hacer, tan libres.. Tal felices desde la más jodida y triste ignorancia. Quién sabe, tal vez acabe siendo diferente. Tal vez.