miércoles, mayo 05, 2010

Miércoles, 5 de Mayo del 2010



Tanto tiempo sin sonreirte. Tanto tiempo sin hablarte a la cara. Esta vez sólo tú sabes que me dirijo a ti. Pero te juro que ha sido necesaria la distancia de un adiós y el tiempo de varios silencios para poder atreverme a esto. El hecho, la verdad, es que te he estado echando tanto de menos que todavía a veces lloro al recordarlo. Te he buscado, ya no en otros brazos, sino en otras miradas que no tenían tu calor, en otros labios que cerraron los míos, en otras caricias que no me hicieron olvidar las nuestras. El olvido se me fue de las manos, y hasta la fecha aún me ha sido imposible decirle cómo, cuándo y dónde dejarte atrás. Quiero decirte que nada de todo esto ha sido en vano. Y, hoy por hoy, sigo valientemente orgullosa de haberlo intentado, de haberlo perdido todo y de haber sentido lo que tú me has hecho sentir. Nos hemos herido hasta decir basta, nos hemos jodido aún convalecientes de anteriores veces, y nos hemos curado hasta resucitarnos casi del todo. Quien no haya fracasado como nosotros no tiene ni puta idea de hasta dónde se puede creer, querer y caer. Que tú y yo hemos tocado todos los cielos del primero al séptimo, que tú y yo hemos sentido el calor de todos los infiernos, y que tú y yo nos hemos devuelto a la vida, nos hemos vuelto a la muerte, y a todo lo que pueda haber entre medio. Y si crecer es aprender a despedirse, tú me has obligado a no querer crecer nunca más.